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miércoles, 18 de junio de 2008

Cristina en Barcelona, junio de 2008


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Curioso que no haya comentarios de esta entrada. Quizá ya tarde en la vorágine del ciber espacio, que demanda de la inmediatez de la imagen y la palabra. Inmediatez que deslumbra en esta foto que agrupa la belleza desinhibida de la palabra. La cara de la "O". La "o" de unas manos, reposo y escondite, que nos regalan la palabra poética que la boca y los ojos, mucho más rápidos, no pueden articular. Poética en la imagen de una fotografía, una metamorfosis, donde el verbo es carne y la carne una enigmática "o" dentro de la "v" del contorno facial, y la "s" del relajo corporal. "vos" sois la voz. Fantástica.

Anónimo dijo...

te adjunto critica de Jorge Arias Martes, 09 de febrero, 2010 - AÑO 11 - Nro.3533 diario "la República"
sobre un espectaculo de Kartun.
no soy fanatica de kartun ni muy asidua lectora del tuyo...

pero esto es bastante increible
un abrazo desde nuestro montevideo.

analia


Ala de criados. Obra de Mauricio Kartún, en el Teatro Solís
............. Se da en el caso de "Ala de criados", como en el "El niño argentino", el mecanismo de coacción magistralmente descrito en el capítulo 3 de "El arte de la controversia" de Arthur Schopenhauer. Primero aparece una opinión, a cargo de dos o tres personas. Luego otras pocas, que creen a aquellas capaces y sabias, dan la opinión por buena y la aceptan. Los círculos se amplían, y al fin todo el mundo asiente, por pereza, por no tomarse el trabajo de tener una idea propia, por espíritu de rebaño. Al fin, hay un efecto "cascada"; y los que sólo han repetido como loros la opinión de los "sabios", son los que con más virulencia atacan a quienes se atreven a tener ideas propias. Así padecemos una legión de falsos valores, de escritores tan ilegibles como venerados: Onetti, Marosa di Giorgio, Mario Levrero, Cristina Peri Rossi... El programa de "Ala de criados" viene con un redoblar de tambores: nos intimida con la relación de los once premios que mereció la pieza. Si no la admiramos, somos unos ignorantes.